Hola todos!
Hoy tuvimos la oportunidad de atender a un bebé de 24 semanas en la UCIN, quien antes de las primeras 24 horas de vida desarrolló una hemorragia intraventricular severa. Mientras que en otras realidades se atienden prematuros de 22 y 23 semanas que logran salir de alta y logran una buena evolución, lamentablemente nuestra unidad no tiene sobrevivientes de esa edad gestacional. Esto nos llevó a reflexionar sobre la atención que brindamos a los bebés extremadamente prematuros y cómo podemos mejorarla.
Revisamos el artículo de Boyd (Seminars in Fetal and Neonatal Medicine, 2022) sobre los microprematuros (bebés nacidos con menos de 24 semanas y menos de 450 gramos).
La neuroprotección de estos bebés inicia en la gestación, y el manejo periparto es crucial para empezar con buen pie este camino. Un crecimiento demorado, la inflamación y la isquemia (representadas por la enterocolitis necrotizante, la sepsis y displasia broncopulmonar) son factores que contribuyen de manera ampliamente comprobada a la lesión de la microestructura de la sustancia blanca cerebral.
Es importante seguir los esfuerzos para reducir las hemorragias intraventriculares y sus complicaciones, Si bien la prevalencia de la leucomalacia periventricular parece estar disminuyendo, las neuroimágenes nos han abierto los ojos para reconocer el espectro completo de la lesión de la sustancia blanca en este grupo tan particular de recién nacidos.
Una atención especial merece el ambiente donde el microprematuro crece, las medidas que promueven el neurodesarrollo incluyen el manejo adecuado del dolor, optimizar el sueño y promover las interacciones con los padres y familiares desde muy temprano.
Una observación final de los autores es que el curso clínico de los pacientes prematuros parece ser más determinante para el desarrollo que su propia edad gestacional. Y este curso clínico puede ser modificado por nuestras intervenciones.
Agradecemos a Rayza Guillén por facilitarnos el artículo de Boyd, puedes leerlo completo aquí:
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