Buena parte del mundo hace una pausa en esta temporada de celebraciones. Como quizá se imaginan, este post no se referirá al cerebro del recién nacido, sino al efecto del nacimiento de un niño (¡ocurrido hace dos mil años!) sobre nuestros cerebros adultos. En otras palabras, lo que la Navidad provoca en nosotros. Hicimos una pausa en el trabajo diario en el hospital y dedicamos nuestro tiempo a compartir un poco de alegría con nuestros colegas, personal de salud y con los padres de nuestros pacientes.
La mayoría de personas aprovechamos esta pausa para pensar en lo ocurrido en la vida, quizá hacer una lista para no olvidar lo importante y sobre todo para agradecer el hecho de que hayan ocurrido. Preparamos cenas deliciosas, participamos de campañas para los menos favorecidos, compramos y recibimos obsequios, hacemos favores a conocidos y desconocidos, compartimos tiempo, abrazos, alimentos y oraciones... El cerebro activa lo que llamamos circuitos prosociales, responsables de nuestros sentimientos de gratitud, alegría y bienestar, modulados por dopamina, oxitocina y serotonina.
Siempre decimos que "la Navidad debería durar todo el año". ¿Cómo logramos esto? Es decir, ¿cómo perpetuamos estos sentimientos de bienestar y gratitud? Pues la respuesta es similar a lo que haríamos para estimular cualquier otra actividad cerebral: repitiendo sistemáticamente las conductas que la desencadenan: en este caso, dar y recibir las gracias en forma frecuente y genuina. No se trata de un simple gesto, porque el beneficio cerebral de la gratitud se diluye si estas conductas son fingidas o impuestas. Como es de esperar, en los individuos con conductas sociales deterioradas, presentes en algunos trastornos neuropsiquiátricos, la coordinación de la actividad en estos circuitos suele ser anómala (Walsh 2022).
Entonces, ¿cuál sería la forma más efectiva de activar estos circuitos? La ciencia lo dice: es escribir una carta de agradecimiento. El efecto es mayor si leemos en voz alta esta carta a la persona a la que agradecemos. Para el neurobiólogo Andrew Huberman, ésta es una herramienta muy poderosa y sencilla capaz de cambiar la neurobiología de otro ser humano.
En NeuroNeo tenemos una larga lista de cosas que agradecer. Muchas personas han colaborado con esta página, han creado y contribuido con su contenido, han compartido y recomendado a sus conocidos, han sugerido modificaciones o mejoras, han tomado y editado fotos, han recomendado publicaciones y artículos, han traducido y confeccionado gráficos...a todos ellos nuestras gracias infinitas, Igualmente gracias a todos quienes con su aliento nos animan a seguir adelante con este proyecto.
Tenemos mucho que aprender aún sobre el cerebro del recién nacido, pero vamos avanzando pasito a paso. Gracias infinitas a todos ustedes por ser parte de este proyecto.
Les deseamos a todos una Feliz Navidad y un mejor inicio de año 2023. NeuroNeo se toma una pausa pero volvemos con todo el 9 de enero.
Te dejamos las referencias de hoy:
1. Huberman Lab. Ep. 47. The science of gratitude and how to build a gratitude practice.
2. Walsh J. Neural circuits regulating prosocial behaviors. Neuropsicopharmacology 48, 79-83. https://doi.org/10.1038/s41386-022-01348-8
3. Y una excelente revisión en español del psiquiatra Alvaro Tala: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872019000600755&lng=en&nrm=iso&tlng=en
Siempre es muy agradable leer estos post, Ud. tiene esa capacidad de síntesis que pocos tienen y hacer lo complejo en un cuento de niños, siempre estaré eternamente agradecida con sus enseñanzas, porque mi desempeño y juicio actual se lo debo a Ud; mis mejores deseos siempre 🥰