#150 El bostezo en el reciƩn nacido
- Neuro Neo
- 17 jun 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun 2024
”Hola todos!
Hace unos dĆas revisamos algunos conceptos sobre neurodesarrollo donde se mencionaba al bostezo como una conducta que sugerĆa algĆŗn grado de desorganización en el prematuro. Surgieron varias preguntas Āædesde cuĆ”ndo bostezamos? ĀæPara quĆ© sirve el bostezo? y sobre todo Āæes Ćŗtil evaluar el bostezo en el bebe prematuro? AquĆ va una revisión que esperamos no los aburra ni les provoque⦠bostezar.
El bostezo es un patrón de conducta que se caracteriza por una apertura involuntaria e intensa del maxilar asociado a una inspiración profunda, seguido del cierre pasivo del mismo y una espiración breve. Muchas evidencias sugieren que el bostezo es un tipo de conducta adaptativa, descrita en diversas especies de vertebrados y con un origen temprano en el desarrollo embrionario. Ha sido descrito en aves y mamĆferos y existen evidencias de bostezos en fetos humanos desde las 11 semanas de edad gestacional. Las observaciones de los Ćŗltimos aƱos han llevado a la conclusión de que el bostezo y la respiración se desencadenan por estĆmulos diferentes y son controlados por mecanismos distintos.

Hasta hace unos aƱos la hipótesis mĆ”s convincente propone que la contracción muscular sostenida y la inhalación profunda que ocurren cuando bostezamos sirve para alejar sangre con hipertermia relativa lejos del crĆ”neo, introduciendo simultĆ”neamente sangre con temperatura mĆ”s baja a travĆ©s de mecanismos de convección y evaporación. Esta teorĆa coincide con observaciones antes y despuĆ©s del bostezo que predicen cambios de temperatura oral, cerebral y de la piel. Los bostezos serĆan desencadenados por incrementos en la temperatura craneal, seguidos de reducciones en la misma. AsĆ mismo los cambios en la temperatura del ambiente incrementarĆan el bostezo en individuos en diferentes especies.
Por otro lado, en un estudio con 121 especies animales diferentes (271 aves y 476 mamĆferos), Massen (Communications Biology, 2021) describió que la duración de los bostezos era mayor mientras mayor era el tamaƱo del cerebro, y mayor el nĆŗmero de neuronas de la corteza cerebral en estas especies (Fig 2). Esta observación coincide con la hipótesis de que los cerebros mĆ”s grandes requieren mecanismos de bostezo mĆ”s prolongados y complejos para lograr su objetivo.

Las ecografias obstétricas han permitido evaluar con mÔs detalle la conducta asociada al bostezo. En los humanos, la frecuencia del bostezo se ha asociado a variaciones en diferentes condiciones, como el hambre, los ritmos circadianos, la termorregulación, el estado de Ônimo, el dolor y el estrés. AdemÔs se ha reconocido su carÔcter contagioso. Por otro lado, estudios en primates nos sugieren que los bostezos pueden tener funciones diferentes en diferentes circunstancias.
El registro de bostezos en ecografĆas obstĆ©tricas de fetos desde 11 semanas ha hecho repensar la teorĆa del enfriamiento cerebral, ya que el ambiente intrauterino no presenta los mencionados cambios de temperatura. AsĆ es como la observación de los bostezos en el feto ha ido mĆ”s allĆ” de una simple observación anecdótica: su frecuencia se incrementa en casos de anemia, y disminuye notablemente en casos de hipoplasia mandibular y disfunción del tronco cerebral. En el ser humano la frecuencia de bostezos va de la mano con la frecuencia del sueƱo REM, en un reciĆ©n nacido se pueden observar 30-50 bostezos por dĆa, mientas que en un adulto el nĆŗmero mĆ”ximo puede alcanzar los 20. Se ha propuesto que el bostezo, que es un patrón motor, sea una conducta que se emplea para probar la transición entre los estados de movimiento fetal, actuando como āreforzadorā del tono muscular , para contrarrestar la atonĆa muscular que caracteriza al sueƱo REM. De esta manera, el bostezo serĆa un estado transicional reflejo que ayuda a adaptarse al estado de vigilia (Walusinski, 2010).
Finalmente un estudio sobre bostezos en bebes prematuros publicado recientemente por Menin (PLoS ONE, 2022) encontró que los prematuros bostezan mÔs antes que después de las tomas de leche, y que estos cambios no se explicaban por las cantidades de sueño quieto en ambas condiciones. También encontraron que los segundos gemelares (generalmente expuestos a mÔs riesgo que los que nacen primero) tienen una frecuencia mayor de bostezo en comparación con los primeros.
Aunque muchos de estos datos provienen Ćŗnicamente de datos observacionales de la conducta, los hallazgos sugieren que existen mĆŗltiples vĆas por las cuales el bostezo es modulado en el adulto y que algunas de ellas pueden ser evidentes desde muy temprano en las primeras semanas de vida de un bebĆ© prematuro.
El artĆculo de Masse puede ser leĆdo en versión completa aquĆ:
Puedes revisar el artĆculo de Menin en este link:
El capĆtulo del libro de O. Walusinsky - Fetal yawning - lo puedes descargar completo aquĆ: